viernes, 15 de mayo de 2009

Carta abierta al señor picaporte Cuento Libros & Café

A Ricciu, Vale, Angélica y Aleja.

"Lo que me fastidia es que digas que mis ideas son lúcidas, porque si algo no tienen es de lúcidas. Tengo muy pocas ideas, yo no sé pensar... cualquiera me gana una discusión"

Julio Cortázar
Foto: Néstor Botta
Cortesía  www.fotoma.com.ar

Una, dos, tres... ocho, nueve baldosas. Nueve baldosas separan mi cuarto del de ella, del de mi hermana. Son nueve baldosas, marcadas por unas tenues líneas oscuras, similares a las venas del cuerpo, las que me separan de ti, picaporte. Eres la extensión de una puerta, podríamos decir que eres un brazo y que la puerta de madera es tu cuerpo. Podríamos decir que estás fracturado puesto que estás dañado. Te encuentras afuera de la puerta pero a la vez dentro, oscilas entre tu posición habitual y un extraño estado de picaporte destartalado. Cuando mi hermana cierra tu cuerpo en un acto común de protección de la intimidad no hay nadie que te abra, sólo ella, que anda con la llave que permite descoser tu cuerpo de una de las paredes de su cuarto. Esa llave, que provoca un sonido poco armónico, es la única que  puede hacer que funciones, que cumplas  con el objetivo para el que te crearon.

 
¿Qué se siente ser un picaporte que no funciona? Debería darte vergüenza considerar que eres el único de la casa que no trabaja de manera adecuada. Pero sirves para otra cosa: cada vez que haces escándalo sé que mi hermana puede estar cerca, eres como una alarma que me avisa de sus salidas o entradas. Pero esa misma ventaja se convierte en un defecto cuando intento dormir. Ese mismo escándalo viaja a través de las nueve baldosas, sube por mis cobijas y llega a mis oídos de manera espantosa. Despierto asustado y pienso que si es quebrantada mi tranquilidad de esa forma soy un ser profundamente desgraciado. Mi impotencia ante tu terquedad crece y sólo tengo ganas de tomar un martillo, un hacha, cualquier cosa y terminar tu incertidumbre de picaporte semi – dañado para siempre.

 

Espero entiendas mis razones y podamos llegar a concertar una salida pacífica. No quisiera desesperarme. Mi carácter obsesivo, que pretende que cada cosa esté en su sitio, seguramente es el que se ha obsesionado con este tema. Recuerdo cuando eras un buen picaporte, cuando te deslizabas con algún leve chirrido sin menor problema, haciéndonos la vida feliz a todos. Me fascinaba pasar el umbral de la puerta de mi hermana sin que se demorara (como ahora) varios minutos en abrir... Hasta que llegó el momento fatídico para mí. Un movimiento brusco de mi hermana te dislocó y aprovechaste, en forma de venganza, para dejarla encerrada, en un acto demencial de secuestro, es más, de terrorismo.

 

Picaporte, quisiera que te limitaras a hacer tu trabajo de manera común, ya que lo extraño a veces resulta incómodo. Trabaja como trabaja un picaporte, gira suavemente y deja que yo pueda tener un momento de reposo sin tener que acordarme de tu existencia a nueve baldosas de mi cuarto.

Gracias Señor Picaporte

Cordialmente

Su vecino

Por: Sergio Ricardo Peñaranda

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